"Entre lo que se alucina, lo que se quiere ver, lo que se ve realmente y lo que no se ve, el juego es infinito: es ahí donde tocamos la parte más íntima del cine". Serge Daney.

4 de octubre de 2007

Género: remake

The invasion es, antes que nada, un híbrido. Es la cuarta versión de un clásico de la ciencia ficción de los años 50 (The invasion of the body snatchers, Don Siegel, 1956) basado en una novela serial de Jack Finney, con una notable remake a cargo de Philip Kaufman en 1978 protagonizada por Donald Sutherland y una revisión a cargo de Abel Ferrara en 1993, ubicando la acción en una base militar. Es también el resultado del trabajo del director alemán Oliver Hirschbiegel (La caída, 2004) llevado a Hollywood de la mano de Joel Silver, el mítico productor de películas como Arma mortal, Duro de matar y Matrix, y que, parece, se disgustó bastante cuando vio el primer corte de montaje del material rodado por el alemán. Es así que no tuvo mejor idea que llamar a los hermanos Wachowski (Matrix) y pedirles que se hicieran cargo de cierto “reacondicionamiento” de la película (agregarle algún que otro disparo, alguna persecución en auto, movimientos de cámara alocados… esas cosas que, según parece, disfrutaría el idiotizado espectador promedio construido sistemáticamente por la industria de Hollywood). Por falta de tiempo o de ganas (de dinero) los hermanos Wachowski no se hicieron cargo ellos mismos del asunto sino que pidieron una mano a su colaborador y asistente de dirección James McTeigue, que tan buenos resultados les había dado dirigiendo por su cuenta V de venganza. Finalmente, se rodaron escenas nuevas y se recurrió a un montaje de estudiante de cine con pocas luces para insertarlas de forma más o menos prolija en la película (léase: desórdenes temporales arbitrarios, elipsis, flashbacks y flashforwards sin sentido, etc) y hacer del producto un producto, al menos, estrenable.
Pero nada habría sido un problema si los inconvenientes de producción no se hubieran visto reflejados en cada plano, en cada secuencia torpemente resuelta y en la ideología barata que todo el tiempo subraya la película (la guerra de Irak nunca estuvo tantas veces nombrada en una película de Hollywood de forma tan estúpida y banal).

Y la pregunta es: ¿por qué las remakes?

La división de trabajo fue el primer concepto que mejor adoptó la industria de Hollywood durante sus comienzos y la estandarización tanto de los guiones como de la puesta en escena de las películas persiguió rápidamente la búsqueda de ciertos rasgos reconocibles y de fácil identificación (un género no es otra cosa). El “boy meets girl” y el “happy end” nuclearon con facilidad la tendencia junto con la elaboración del “star system” y los géneros estuvieron delimitados con éxito y el consumo (el Sr. Consumo) completamente garantizado. Aprobado.
La opinión pública, las representaciones sociales y los imperativos categóricos de la cultura norteamericana se canalizaban en la política industrial (y de gran respuesta popular) de los géneros clásicos. El verosímil cinematográfico se convertía en el sinónimo de lo imaginable, lo representable y lo narrativamente posible dentro de una película. "Una forma de censura puesto que restringe, en nombre de la decencia, el número de posibilidades narrativas o de situaciones diegéticas imaginables”, tal como piensa Jacques Aumont. Ni más ni menos. El género (y su particular verosímil) como una forma invisible de control y censura que, a la vez, estimulaba, merced al reconocimiento y la identificación, el consumo.

Ahora bien, las remakes forman parte de una clara y conciente política de los estudios, que por cierto no es nueva (ya los hermanos Lumiere hacían varias versiones de sus primeros cortos, la culpa es de ellos) pero que ha tomado una fuerza implacable en los últimos años.
Remakes de clásicas películas de género (The invasion, King Kong, Poseidón), de éxitos extranjeros (Vanilla sky, La llamada, Los infiltrados) y todos los derivados imaginables: Batman begins - Superman returns - Hannibal rising (los verbos que acompañan al héroe se irán acabando…). Una política industrial conforme a la cual se garantiza la continuidad del consumo y la actualización constante del ideario social y económico de una cultura. Es en este sentido que la remake podría pensarse, licencia mediante, como un nuevo género cinematográfico.
Después de todo, tanto el género clásico como la remake de estos días (y todos sus derivados) preguntan una y otra vez al público: “¿quieren seguir creyendo esto?”. Será cuestión al menos de plantearse la duda.
En fin, ¿queremos?

3 comentarios:

Diego dijo...

Coincido, es una remake torpe. Por un lado subestima al espectador con un discurso repetitivo demasiado presente en los diálogos. Y por otro lado tiene una falta de cohesión producto del manoseo...

Debería haberse llamado "THE INVASION OF THE SNATCHERS" a secas.

Saludos!

BUDOKAN dijo...

Hola, me ha gustado mucho tu reflexión sobre los mecanismos de producción en hollywood y como esto deriva en la estandarización de las remakes. En relación a este film sólo hay que decir que es muy malo. Saludos!

Diego Faraone dijo...

El uso y abuso de remakes sólo pueden ser señal de dos cosas: estancamiento y escasés de ideas.
Por otra parte, no estaría seguro de que los parámetros por los que se rigen los géneros sean limitantes de la libertad de los cineastas...
En cambio sí son limitantes algunos factores externos mucho más claros, como el uso de "rates" de la MPAA. Te recomiendo que veas este link:
http://denmeceluloide.blogspot.com/2007/10/censura-en-hollywood.html

Felicitaciones por el blog. Excelente.

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