"Entre lo que se alucina, lo que se quiere ver, lo que se ve realmente y lo que no se ve, el juego es infinito: es ahí donde tocamos la parte más íntima del cine". Serge Daney.

16 de octubre de 2007

La imagen domesticada

Por Hernán Silvosa
No es muy frecuente (lo es cada vez menos) encontrarse con gente que verdaderamente sienta la diferencia entre ver una película en el cine o en el living de su casa. Salvo en ambientes cinéfilos, ir al cine es casi siempre una experiencia intercambiable. Se trata de una salida de carácter social que se configura con la siempre amenazante posibilidad de ser reemplazada por experiencias supuestamente similares, algunas bajo la sombra de la ingenuidad ("espero un poco más y sale en dvd" o "ésta no da para ir a verla al cine") y otras bajo la sombra, siempre ingenua, de la moral ("¿y si mejor me la bajo?").
Hay experiencias que son definitavamente incompatibles. La sala de cine invita a una suerte de estado hipnótico donde las imágenes toman el control de las cosas. Quizás la más extraña de todas las hipnosis, aquella en la que el sujeto, aun hipnotizado, mantiene la posibilidad de reflexionar (o no) sobre aquello que ve.
Ir al cine es renunciar a las reglas de lo cotidiano y sumergirse en un trance onírico, dejarse llevar por la monstruosidad de una imagen gigante y maravillosamente incontrolable, siempre desquiciada y perversa. I like to watch.
Ver cine en video es ver video, nunca cine. Es dejar que la imagen se vuelva doméstica, manipulable. La imagen ya no me controla, yo controlo a la imagen ("poné pausa que voy al baño" y crímenes por el estilo). Ni las más avanzadas innovaciones tecnológicas del hogar pueden reemplazar uno de los aspectos esenciales y únicos de la sala de cine: la imposibilidad de detener el curso de las imágenes. Detrás del mágico as de luz generado por el proyector, el soporte fílmico se desvanece (el digital hogareño nunca) y el tiempo de la película es el único posible, incorruptible.
Cuando lo esencial es ver, siempre, pase lo que pase, no queda otra posibilidad que renunciar al control.