Tráfico de drogas, masturbación, abortos, blasfemias, relaciones homosexuales... ¡No! El mejor antibiótico para estas enfermedades incipientes en el mundo del cine no se hizo esperar demasiado. Se trató de la MPAA (Motion Picture Association of America) creada originalmente en 1922 por los grandes estudios de Hollywood para mantener intacto, digamos, el american way of life. Es que el cine ya era un arte masivo y popular y la sociedad norteamericana, o al menos el sector más reaccionario de ella, comenzaba a demandar algo de control y censura en los contenidos de las nuevas películas. Después de todo, El nacimiento de una nación estaba hecha hacía varios años y David Griffith ya había puesto a los negros en su debido lugar. Pero no voy a detenerme en la MPAA ni en su código Hays (un sistema de producción utilizado desde 1934 hasta 1967 que decidía qué podía verse y qué no en una película, luego reemplazado por el actual sistema de calificación por edades). Sus orígenes y funcionamiento son explicados con detalle en una nota de Diego Faraone en su blog, que recomiendo.
Ahora bien, al igual que las películas de estreno comercial, los trailers son también sometidos al análisis de sus contenidos y calificados según las edades, razas, creencias religiosas (si cree o no en Bush) e ideas políticas del público (algo similar a lo que hace la CNN cuando analiza el voto de las internas de los candidatos a presidente de Estados Unidos: voto hispano, voto negro, voto blanco no hispano, etcétera). Puede parecer razonable si uno piensa que podría encontrarse con imágenes de Shortbus ubicadas antes de Encantada, o viceversa. Lo cierto es que la política de la MPAA produce, indirectamente, diferentes versiones de un mismo trailer según se distribuya éste en los Estados Unidos o en el resto del mundo, y que la mayoría de la veces la diferencias entre un contenido y otro se basan en aspectos del todo graciosos.
Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal no es la excepción. El día 14 de febrero por la mañana se estrenó en un programa de la ABC, una cadena de televisión de Estados Unidos, el primer trailer de la cuarta entrega de la saga. Simultáneamente, el sitio oficial de la película y Yahoo! Movies lo estrenaron en la web en diferentes formatos y calidades. Pero todas estas versiones correspondían al trailer oficial para los Estados Unidos, con imágenes manipuladas digitalmente por una de las tantas imposiciones de la MPAA, sensibilizada, quizás, por tanto disparo adolescente en escuelas secundarias y centros comerciales.
Si se observa con atención, cuando el trailer finaliza la introducción que repasa las tres primeras películas de la saga, vemos en plano cenital unos soldados que rodean a Indy para luego arrojarlo al suelo. Sobre el siguiente plano detalle de sus pies junto al sombrero comienzan a tocarse las primeras notas del tema musical tan conocido y escuchamos (sobre negro) el sonido de unas armas cargando sus balas. De inmediato, vemos a Indy junto a su compañero rodeado por soldados que, extrañamente, parecieran no tener armas o tenerlas dirigidas hacia el piso...
Bueno, la cosa es así: el plano original de la película sí muestra a los soldados apuntando sus armas directamente al cuerpo de Harrison Ford y su compañero de aventuras, Ray Winstone. Pero estas imágenes fueron hábilmente manipuladas para hacer que las armas estuvieran apuntadas hacia abajo y casi ni aparecieran en el plano. La prueba es el trailer internacional en sus diferentes idiomas, idéntico al de las tierras de Walt Disney pero sin la bandera norteamericana flameando en un momento del corto y con las armas correspondientes apuntando bien en alto contra el héroe. Aquí abajo la imagen en cuestión y el trailer en versión española:
Más allá de la ingenuidad de ciertas políticas que adjudican mayor importancia a unas armas en el trailer de una película de aventuras que a las leyes que permiten, en el mismo país, tener armas de fuego hasta al perro de la casa, el resultado de todo esto es una imagen bizarra y bastante graciosa. Es que para quitar las armas del plano tuvieron que, literalmente, rellenar esas partes con imágenes creadas digitalmente. Es así que el bolsillo de la camisa de Harrison Ford, al igual que la entrepierna de su compañero, pareciera tener vida propia, mientras que un soldado en el fondo del plano se muestra como partido por la cintura mientras que otro, como un fantasma desvergonzado, aparece de la nada corriendo como en un dibujo animado detrás de las espaldas de Ray Winstone.
3 comentarios:
El otro día estaba viendo en DVD "Un tranvía llamado deseo", la versión que tiene dos minutos más que la estrenada originalmente en cines. En uno de los extras comparan ambas versiones, y son increíbles las cosas que tuvo que modificar Elia Kazan para no comerse un "prohibido para menores de 18".
Buen dato. No lo conocía, y aunque sabemos que este tipo de cosas son habituales de Hollywood no dejan de sorprender.
Saludos
Excelente hallazgo.
Los yanquis ya tienen un nivel de paranoia tal, que no saben que hacer con ellos mismos. Es increíble hasta donde se hundió culturalmente ese país.
Saludos.
Gracias por el dato, Andrés. Tengo que ver esa película de Kazan, porque sólo tengo vista la obra de teatro. Además me intriga saber cómo son esos dos minutos de diferencia.
Buenas, Damián. Coincido con vos, son algo contradictorios y, muchas veces, estúpidamente puritanos. Creo que la MPAA, por ejemplo, no permite hace ya un tiempo que en ningún trailer se vea un arma apuntando a una persona de forma directa, pero aún no lo confirmé.
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