"Entre lo que se alucina, lo que se quiere ver, lo que se ve realmente y lo que no se ve, el juego es infinito: es ahí donde tocamos la parte más íntima del cine". Serge Daney.

23 de julio de 2008

Reinventar el mundo, según Terry Gilliam


Por María Papi
La última película de Terry Gilliam (Brazil, Doce monos) se llama Tideland, y está basada en una novela de Mitch Cullin. Un film de epígrafe fantástico, intensamente creativo y no apto para mentalidades herméticas. Un ejemplo de potencia, imaginación visual y narrativa, que expone a Gilliam como un artista arriesgado, agudo y enigmático.

Luego de los inacabables conflictos en el rodaje de su Don Quijote, Terry Gilliam realizó dos filmes: Los Hermanos Grimm y Tideland, ambas producciones de 2005. La primera terminó siendo una realización de la industria orientada a los circuitos comerciales y de la que, al parecer, el cineasta sacó parte del presupuesto para hacer la segunda. La cuestión es que ambas películas tuvieron tremendos problemas: la saga de los Grimm, por fuertes enfrentamientos entre el director y los productores (los hermanos Weinstein, que nunca llegaron a generar acuerdos con las decisiones de Gilliam) y Tideland, que soportó múltiples problemas de distribución y un feroz rechazo de la crítica internacional. No voy a referirme aquí al film de los Grimm, que es trivial y aburrido y ni siquiera se parece a un film de Gilliam -lo admite él mismo-. Lo cierto es que la realización tuvo que sortear múltiples obstáculos: le cambiaron al director de fotografía y a una actriz en pleno rodaje y le borraron al film toda marca o tono incómodo para encuadrarla en los parámetros del mercado, entre otras cosas. El caso de Tideland, por el contrario, se concibió al antojo del realizador, en Canadá y con actores de allí (excepto por Jeff Bridges y Jennifer Tilly). El elenco es impecable, especialmente la pequeña Jodelle Ferland, una maravilla.

Tideland es un film de bajo presupuesto que, sin embargo, no carece de nada. Cosecha su especie abismal y profunda y todo su ornamento audiovisual está dispuesto con absoluta rigurosidad: planos insólitos, perspectivas sugestivas y secuencias embriagantes -al mejor estilo Gilliam-. La protagonista absoluta de la narración (y, muchas veces, la narradora misma) es una niña de diez años llamada Jeliza-Rose, que recurre a su imaginación para reconstruir un contexto desolador, creando situaciones crudamente fantásticas, intimando con personajes excéntricos y grotescos y perturbando la comodidad del público -y de la crítica-. Retrato surreal de lo inconcebible, humor oscuro, sátira, impresiones de ensueño, intertextos y descentramientos crónicos del director, freaks inigualables, putrefacción y decadencia, psicopatías varias, periferias de las heridas y de la soledad. Tideland presenta la intriga de una niña “reinventando el mundo”, como dice el propio Gilliam, para transformar su aterradora condición. La trama se desenvuelve a través de la mirada de la pequeña, estimulando un despliegue continuo de percepciones y representaciones de su patética realidad. Entre simulacros y fantasías, la protagonista enfrenta con tenacidad su suerte. Una extraordinaria ficción que se inicia con la huella de Alicia en el país de las maravillas ("Alicia ya no sabía si estaba cayendo muy despacio, o cayendo muy profundo") y nos arrastra hacia un fondo inagotable -hacia un giro maquinal del inconsciente- de rastros estéticos e impactos perceptivos. Una experiencia imperdible.

La película, que es de 2005 y hace largo rato circula por internet, acaba de editarse en DVD en Argentina.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Recuerdo que está película de Gilliam la vi en una presentacion del Bafici, aca en la ciudad de Rosario. Es una película muy dificil de ver, por esa perversidad latente pero que nunca llega a concebirse. Creo que eso es un gran logro del film, hacerte sentir incómodo con cosas que nunca suceden pero que uno se termina haciendo la cabeza. En el backstage en la edicion del DVD (que se les recomiendo para ver) Gilliam dice que era muy dificil llegar a los hombres con esta película por esa tensión de rasgos pedófilos, ningun hombre (productor) quiso invertir en la película. Cuándo le presento el guión a productoras mujeres, fueron quienes terminaron inviertiendo sin dudar y fascinadas. Eso demuestra como la historia ingresa al mundo y en la psiquis de esta niña de una manera muy profunda y que el hombre desconoce. Creo que esto que hablo lo podrían explicar mucho mejor una mujer. Al margen de esto a mi la película, la primera vez que la vi no me gustó (pero fué mas que nada porque se vió muy mal en tunel del Parque España y encima con sus subtitulos dasfasados y eso causó mi rechazo) pero la segunda vez que la vi, quede admirado nuevamente por la mente inusual y oscura de Terry Gilliam y por su buen manejo del lenguaje. Muy buen post María.

Saludos.

Ariel.

Goethemola dijo...

Yo esta película la ví en Sitges en 2006, y me quedé fascinado tanto por su estética como por su osadía a la hora enfocar ciertos temas. Aunque, bueno, soy devoto de gilliam, así que...

Un saludete!

Anónimo dijo...

peliculon..
juega al borde de lo obsceno.... desplaza un poco mas alla los limites de lo que soportamos ver.
salu

Publicar un comentario