1. Muchos hablan de una primera parte genial definiéndola como una “lección de cine mudo” o cosas por el estilo. ¿Qué significa esto? Es tan estúpido como afirmar que tal o cual película es una lección de cine en blanco y negro o de cine soviético con travellings laterales y subtítulos en francés. Después de todo, el cine mudo jamás fue mudo. Nunca como en las primeras décadas de la historia del cine se subrayó tanto la palabra y la música. Bresson lo dejó en claro: el cine sonoro inventó el silencio. Y se revalorizó para siempre el slapstick de Senett, Chaplin, Loyd y Keaton (Buster, no Michael).2. Hay en la primera parte de Wall-E, es verdad, un alejamiento adrede de la tendencia verbocentrista y algo hueca de la peores películas actuales, aunque esto no signifique, en general, que el diálogo excesivo sea siempre sinónimo del peor cine (y aunque las últimas películas del gran Woody Allen se obstinen en demostrarlo). El film de Disney/Pixar se aleja también en reiteradas ocasiones del prejuicio opuesto, según el cual una narración apoyada exlusivamente en las imágenes y sin diálogos sería siempre garantía de buen cine. Dentro de su muy clásica forma de establecer el contexto, las causas y los efectos, las semillas de futuros conflictos, la identificación con el espectador y los vínculos afectivos entre los personajes, Wall-E confía, al menos por momentos, verdaderamente en sus imágenes, recurriendo, aunque resulte paradójico, a la ausencia de ellas. Me explico con un ejemplo: en una escena de los primeros minutos, Wall-E descubre durante uno de sus tantos recorridos por la ciudad que las orugas que le permiten moverse por el terreno lleno de escombros y basura están destruidas; se detiene, observa a su alrededor y encuentra un Wall-E idéntico a él, fuera de servicio y con las orugas en perfecto estado; lo recorre con la mirada, confirma el estado desastroso de sus orugas y vuelve a mirar al robot abandonado. Inmediatamente, y evitando mostrar la acción física del intercambio de orugas, vemos a Wall-E avanzando con la carrocería nueva y mirando con seguridad hacia adelante (ver la secuencia de imágenes más abajo). El recurso es simple pero eficaz, y se utiliza con mayor y menor complejidad a lo largo de toda la película. Y no se trata únicamente de quitar en el montaje los momentos aburridos o sin importancia, sino de valorizar la relación de la mirada con la imagen y hacer partícipe al espectador en la narración para que el film fluya de mejor forma. Al igual que Steven Spielberg -el maestro indiscutido en la materia- Andrew Stanton maneja, por momentos, una economía de recursos admirable.





3. De todas formas, mi sensación con la película fue rara. Apenas terminó la función salí del cine preguntándome dónde estaba la genialidad de la que todo el mundo hablaba. Es cierto que el prólogo tiene por momentos una belleza indiscutible, que los valores de la película son nobles, que el mensaje es necesario, y que todo es parte de un producto de animación destinado mayoritariamente al público infantil y que rompe con muchos de los parámetros narrativos y temáticos más o menos cotidianos del género. Ahora bien, algo hay en el discurso de Wall-E que me hace ruido. Algo así como una intención un poco burda y de trazo grueso de asimilar la contaminación del planeta con los hábitos de consumo, las nuevas tecnologías, la vida sedentaria y las responsabilidades individuales. Toda la sutileza, la eficacia y la concisión del comienzo se tira por la borda en la segunda mitad del film. Las ideas se repiten, se vuelven obvias, los conflictos no tienen el desarrollo necesario ni se entremezclan del todo bien y el interés, que cae considerablemente, intenta ser alimentado con la aceleración estrepitosa del montaje y un desfile de escenas vistosas que no aportan demasiado. A esto se le suma la poco coherente decisión de incluir actores de carne y hueso que terminan erosionando o, mejor, contradiciendo varias de las ideas del discurso de la película. Después de todo, ¿qué hay que temer si la utopía del futuro a largo plazo se materializa únicamente en una distopía de dibujos animados?