
Por rostros como éste, dicen, es que David W. Griffith decidió, allá por 1908, acercar la cámara a su actriz para hacer un primer plano y, dejando fuera de campo el resto de la escena, inventar el cine. ¿Sirven los 122 minutos que dura
Crepúsculo (Catherine Hardwicke, 2008) para otra cosa que no sea descubrir cada una de las formas y miradas de
Kristen Stewart? (Aquí una mujer dirige la película y son las adolescentes, en su mayoría, a quienes está dirigido todo, pero el cine es
bigger than life...) En su accionar de fenómeno editorial, social y mediático (¿literario?),
Crepúsculo trae consigo, desde el momento de su adaptación al cine, un poder inigualable en lo que a manipulación de público se refiere: teniendo asegurados, desde el vamos, a millones de espectadores en todo el mundo, el evento mega-publicitado se convierte en una de esas películas impersonales y lineales que se hacen de la manera más simple: dejándose hacer. Cada personaje nuevo que aparece en pantalla no es conocido por el público sino re-conocido; cada escena, cada giro en la trama, cada desenlace, lo mismo. Bastaría pensar que en el campo de las imágenes podría encontrarse la salvación a tanta palabra pasada por agua, pero esto no ocurre. Y es en este aspecto donde reside lo televisivo de la película (ese pecado que ni el más piadoso de los dioses se atrevería a perdonar): imágenes arbitrarias que poco se complementan unas con otras, puntos de vista que van y vienen según la conveniencia de la trama (no así del relato), personajes que sólo hablan y cuya existencia se justifica únicamente como la manifestación de señales burdas de una secuela por venir (
Jacob Black no es otra cosa), y así. Cine de confirmación visual y parasitario de íconos que mucho tienen que ver con un fenómeno que lo excede por completo pero del que no quiere quedarse afuera, y no lo hace. Griffith (que ni enterado está de todo esto y se incluye en este post de forma arbitraria) jamás hubiera imaginado que unos cuantos primeros planos serían la sola justificación de más de dos horas de película, pero en este caso es cierto.