"Entre lo que se alucina, lo que se quiere ver, lo que se ve realmente y lo que no se ve, el juego es infinito: es ahí donde tocamos la parte más íntima del cine". Serge Daney.

13 de febrero de 2009

¿Pulgar hacia arriba o hacia abajo?

Slumdog millionaire no es una gran película, ni mucho menos. Pero tampoco es lo que algunos críticos políticamente correctos quieren hacernos creer adjetivando sin demasiados argumentos y mediante su progresismo fríamente calculado detrás de su laptop: una pornografía de la pobreza, un relato miserabilista, un discurso abyecto y demagógico… Etiquetas al paso, sólo eso. Y repito que la película no es gran cosa, que tiene desaciertos varios en cuanto a lo dramático (estructura de pregunta-seguida-de-flashback que pronto se vuelve reiterativa, algunas escenas de más, como la de la tortura con picana, que no encajan en el código general de la película, cierta monotonía en el desarrollo de la historia de amor entre Jamal y Latika) y un interés de manual servido en bandeja al espectador que de a ratos se diluye por insistencia de recursos. ¿No estarían acaso muchos de los dardos lanzados contra el último trabajo de Danny Boyle mejor utilizados si se cambiara radicalmente la dirección de los disparos? Hacia la recepción, por ejemplo. ¿Cuántas de estas etiquetas puestas sobre la película no estarían mejor utilizadas para describir el discurso propio (¿miserabilista, abyecto, pornográfico?) de miles de personas que sienten ver en la película una obra maravillosa sin precedentes y a la que promocionan como una de las mejores películas de 2008? Es que a veces la crítica, por comodidad o incompetencia, tira de la oreja a quien no tiene que hacerlo, olvidando o simulando olvidar que son la publicidad, las nominaciones de turno y los intereses de los que deciden el canon de renovación permanente del "esto es importante y esto debe verse" aquello que sí comporta un discurso miserable (y decididamente pornográfico) al tergiversar cuento cinematográfico en escala de valores. Diez nominaciones al Oscar por acá, trece por allá, y así...

¿Pensamiento binario? Quizás se encuentre Slumdog millionaire dentro del tipo de películas que, según suele decirse, se aman o se odian. El problema es que la lógica de esta forma de razonamiento reduce cualquier atisbo de reflexión y pensamiento a cero, tranformando con obligación toda discusión estética, ética o política relacionada con el cine en el dictamen arbitrario de un ser que, con su pluma maximalista bañada en adjetivos disuasivos, se limitaría únicamente a colocar su pulgar hacia arriba o hacia abajo.