Oscar Wilde
En uno de sus escritos, Borges comenta, parafraseando a Oscar Wilde, que la música puede revelarnos un pasado personal que hasta ese momento ignorábamos, llevarnos a lamentar desventuras que nunca nos ocurrieron y culpas que jamás cometimos. En este sentido, Velvet Goldmine no es otra cosa que el viaje sinuoso y fascinante por la memoria de un hombre que intenta encontrar (construir) con sus recuerdos la verdad y el sentido de una época (una música) que se ha perdido para siempre.
A comienzos de la década del 70 aparece un nuevo movimiento musical, el glam rock, del que Brian Slade (personaje de ficción interpretado por Jonathan Rhys Meyers e inspirado directamente en la vida y obra de David Bowie) es el mayor exponente. Al poco tiempo, Slade es incapaz de escapar a su propio mito y termina simulando su propia muerte sobre el escenario, pero sus fans lo descubren y su imagen desaparece de inmediato. Años después, cuando el glam rock no es más que un vago recuerdo, Arthur Stuart (un periodista de Nueva York interpretado por Christian Bale) deberá escribir un artículo sobre el ascenso y la caída de aquel ídolo de los 70. Pero Arthur estuvo allí, fue protagonista de aquellos años, y su intención de conocer qué fue de la vida de su ídolo no podrá escapar a los recuerdos de la propia experiencia durante su juventud.
Ahora bien, es claro que la película de Todd Haynes, repito, se trata menos de una tarea de investigación periodística que de un fascinante viaje por la memoria y la identidad de un hombre. Porque si bien la película pide prestada la estructura narrativa de El Ciudadano (Orson Welles, 1941) y establece las reglas de un juego compuesto de múltiples puntos de vista para intentar rescatar el pasado de un hombre, el código propuesto por Velvet Goldmine desde el inicio (la introducción del film mediante la figura de Oscar Wilde como un alien y primer pop star abandonado en la Tierra por un platillo volador, por ejemplo) inhabilita cualquier pretensión de realismo y da lugar, a partir de los diálogos que el Arthur-periodista del presente mantiene con los conocidos de Slade, a un despliegue de imágenes que tienen más que ver con la reconstrucción nostálgica de un pasado de carácter mitológico que con una secuencia de flashbacks que desplacen el punto de vista del film y nos muestre lo que verdaderamente ocurrió años atrás. Este juego de no poder distinguir con exactitud qué ha sucedido realemente y qué no en aquellos años de increíble desmesura visual, musical y sexual, es precisamente la licencia de Haynes para hacer de cada imagen un culto verdadero a la ambigüedad y, por lo tanto, a la música de aquella época.
Cuento de hadas, fábula surrealista y artificio sin límites a la vez. Todos los recursos de la narración, desde los más sutiles a los más gráficos, son utilizados y combinados en una imagen cubierta de maquillaje, plumas y trajes extravagantes, una imagen que grita, llora y ríe con las máscaras que permiten, no sin talento, descubrir más de una verdad.
Velvet Goldmine
(1998)
dirigida por Todd Haynes
protagonizada por Christian Bale, Jonathan Rhys Meyers, Ewan McGregor y Toni Collete.
3 comentarios:
Muy buena película, la vi en la sala Lugones hace un par de meses.
Saludos!
Hola me ha gustado mucho tu crítica y el film también. Es cierto esa estructura de Kane para reflejar la búsqueda de la identidad de aquel personaje. Además magnífica banda sonora. Saludos!
Gran pelicula, desmedida y cerebral, Todd Haynes reanaliza el movimiento glam y expone sus excesos y brillantina. Christian bale genial , y tanto Jonathan como Ewan lo dan todo, Curiosidad: Bale le `pidio a Haynes un numero musical, y no se lo dio, pero en el 2007 , en I'm not there, Haynes llamo a Bale para recrear una de las personalidades de Dylan. Gracias por tu articulo y que sirva de vehiculo para el que no la haya visto, la vea.
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