"Entre lo que se alucina, lo que se quiere ver, lo que se ve realmente y lo que no se ve, el juego es infinito: es ahí donde tocamos la parte más íntima del cine". Serge Daney.

29 de marzo de 2008

¿A quién se aplaude en el cine?

Le dicen el Explicador. Se ubica detrás de la pantalla y espera ansioso el comienzo de la película; concentrado, prepara su garganta y relaja su respiración. A la espera de la luz que señala la transformación del mundo ordinario en aquel otro, mágico, de imágenes en movimiento, sostiene con firmeza el báculo que siempre lo acompaña, una de sus fieles herramientas de trabajo. Corre el año 1904 y su figura se repite en Nueva York, París, Madrid y Londres.

¿Cómo explicar sin mis palabras -se pregunta en silencio- aquellos fantasmas en blanco y negro que hipnotizan a diario a toda esta gente? Explicar, comentar, interpretar. ¡Gritar si es necesario! No sólo señalar con el palo el lugar de la pantalla que debe observarse con atención sino golpearlo contra el suelo para poner orden al caos de las nuevas imágenes. La pianola o la pequeña banda de músicos acompañan, pero no alcanza.

“¡Ella lo mira con desprecio!” o “¡El joven viaja en el tren que estamos viendo!” o “¡Se la llevan por error, la mujer no es la asesina!” son el tipo de frases que permiten comprender con precisión, gracias al Explicador, lo que cuentan las imágenes. ¡No sólo comprender! Mi arte es indispensable para disfrutar del nuevo arte popular, no me limito a describir simplemente las imágenes... Zapateo, aplaudo, imito voces, invento sonidos con los objetos que tengo a mano. ¡Hasta figuro en las gacetillas de prensa y en las puertas de las salas! Mi arte eleva la percepción visual de las imágenes a otro plano absolutamente indescriptible. ¿A quién aplaude la gente sino a mí cuando termina la película?

Alrededor de 1910 -años más, años menos- la figura del Explicador comienza a desaparecer. El cine está consolidando, principalmente a través del montaje como su recurso formal más revolucionario -por su invisibilidad, quizás-, un nuevo vocabulario, una nueva gramática, un nuevo lenguaje. La utilización sistemática de los intertítulos en el cine mudo/silente y la posterior llegada del sonido sincronizado, una evolución técnica enorme acontecida en muy poco tiempo, hacen de la figura del Explicador un recuerdo débil y hasta ilusorio.

Acaso la sensación que lograba transmitir a los espectadores este verdadero showman de los comienzos del cine, agradecida de pie con fuertes aplausos, no sea diferente a la sensación que hoy sentimos cuando, en la oscuridad de una sala, estamos frente a una película que nos satisface emocional e intelectualemente. Acaso este verdadero artista continúe, como un fantasma, trabajando detrás de las pantallas. Porque si en el teatro se aplaude a los actores presentes en el escenario, ¿a quién se aplaude en el cine? Se aplaude al fantasma del Explicador que, escondido en algún rincón de la sala, pide a gritos, quizás, no ser devorado por el tiempo.

10 comentarios:

Andrés dijo...

Muy buen post. No conocía la figura del Explicador. Y aunque hace años que no existe, yo creo que, más allá de su fantasma, reencarnó en esos insufribles tipos que se la pasan comentando la película con su compañero/a de función. Aunque éstos lo hacen sin el estilo de aquellos.

Saludos

Diego Faraone dijo...

Seremos los críticos de cine los nuevos explicadores? Qué horror, dios me salve.

Excelente el post. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Yo también desconocía la figura del Explicador. Me ha encantado este post!
Un saludo.

Hernán dijo...

Voto por el castigo a los insufribles y a los críticos comentadores/explicadores y redactores de sinopsis. Pero me pregunto si no será más preocupante encontrarse con el explicador reencarnado en el interior de ciertos films. De los primeros uno puede alejarse, pero del último es difícil.

Ezequiel Villarino dijo...

BENSHI DESU!!!
SAYOUNARA!!

Ramón Ramos dijo...

Siempre me lo he preguntado, ¿a quién aplauden, al proyeccionista? Sin embargo cuando vi por primera vez una sesión de una película muda a la antigua usanza, es decir, con un pianista tocando en vivo en la sala, entonces sí que aplaudí. La figura del explicador me suena haberlo oído o leído en algún sitio pero no lo tenía en mente. Realmente lo he descubierto en este post.
Saludos,

Anónimo dijo...

Hace rato que no escucho aplausos en el cine, las manos del público estan ocupadas con pochoclos y celulares, generalmente.
No conocía al Explicador,
supongo que habrá de huir a la digitalización,o se esconda tras un pixel; también es un buen nombre para algún programa: "El Explicador", o una peli de terror.
Que post tan romántico, tan "la magia del cine", necesario.
Habría que correr la voz de que han visto el fantasma del Explicador en el Bafici y ver que pasa.
Saludo!

Licantropunk dijo...

Queda el cuentacuentos, que logra que los niños abran sus ojos de par en par y contengan el aliento atendiendo a sus explicaciones. Los ciegos que contaban romances apuntando con su bastón a un cartel ajado cubierto de viñetas mudas, desenrollado en cientos de plazas: su única riqueza y sustento.
Te felicito por un artículo tan evocador.
Saludos

Rey Nova dijo...

Un buenisimo post...que mágica figura la del Explicador. Saludos.

HB dijo...

Muy bello artículo. Ignoraba la existencia del "Explicador", pero ¿cuántas historias maravillosas, cuántos personajes románticos nos quedan ahora en los tiempos de los monótonos multiplex y el cine (y la comida en el cine) chatarra?. Y no pido un "Cinema Paradiso" (por favor no), pero algo que justifique que ir al cine es más que sentarse a ver una película...
De todos modos creo que el Explicador sigue apareciendo en ciertas películas. ¿No es él acaso el que nos habla con esa inglesa voz en off en la escena de la pelotita en "Matchpoint" de Woody Allen? Ay, Woody, en qué te has convertido...
Saludos y felicitaciones por el blog

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