de José Luis Guerín
(España, 84 min, 2007)
Por Hernán Silvosa
Un hombre mira mujeres en un bar. Solas, felices, en pareja, disgustadas, con amigas. De todas ellas sólo una será la imagen de la belleza que será imposible evitar perseguir a través de la ciudad. Pero lo que en apariencia pareciera ser una persecución ingenua de una mujer hermosa por parte de un joven obstinado y sin escrúpulos es, ciertamente, el recorrido atemporal de un deseo de miradas que busca, en vano, la imposible correspondencia.
Mirar es el verbo preferido de cualquier cineasta; también el de cualquier espectador. No hace otra cosa que mirar el joven protagonista de esta película, pero con ese mirar construye mundos, tiempos, amores y derrotas. De alguna manera, En la ciudad de Sylvia es la contracara de Muerte en Venecia: porque si en la película de Visconti el descubrimiento accidental de la belleza en la figura de un joven adolescente era el comienzo de un recorrido inexorable que llevaba a la ruina a su protagonista, lo que hace José Luis Guerín en su último film es, por el contrario, partir de estas ruinas aunque despojándolas de todo dolor y melancolía. Partir de la falta y de la ausencia de olvido, pero únicamente para sumergirse nuevamente en el placer de la búsqueda de la belleza escurridiza que nunca responde por su nombre (porque no lo tiene).
Buscar con la mirada la mirada, de eso se trata (prestar particular atención a la escena del bar, donde Guerín logra, mediante un trabajo minucioso del punto de vista, un espacio fragmentado de cuerpos y rostros que se superponen en múltiples capas, haciendo que los códigos clásicos del plano y contraplano encuentren nuevos sentidos y la mirada del espectador participe, privilegiada, de una de las formas del cubismo en el cine).
El Tadzio adulto de En la ciudad de Sylvia tiene plena conciencia de la derrota a la que está sometido de antemano y por esta razón no permite que la belleza, como le ocurría a Gustav Aschenbach en Venecia, lo sorprenda desprevenido: decide ir en su busca. Observa, toma notas, dibuja rostros y vuelve deseo su mirada. Pero tampoco esta decisión es garantía de buenos resultados, porque las imágenes perseguidas son, final(fatal)mente, siempre frágiles e ilusorias.
Mirar y morir, pero seguir mirando. Esa es la belleza del film.
4 comentarios:
Pues esta película no la he visto, pero pinta muy bien, habrá que buscarla.. si además la comparas con "Muerte en Venecia" ya no me queda ninguna duda.
Saludos!!
Muy buen texto. Interesante la comparación con Muerte en Venecia, no la habia pensado. Parece que no sólo coincidimos en la opinión sobre En la Ciudad de Sylvia, sino también en el espacio físico donde la proyectaron.
Te recomiendo mucho Profit Motive and the Whispering Wind de John Gianvito.
Saludos
La verdad que no soy fan de este festival pero me ha gustado leer tu posteo sobre el mismo. Aprovecho para dejarte saludos!
Hola, Babel. Espero que puedas verla pronto y la disfrutes. No tiene desperdicio.
HB, voy a seguir tu recomendación y a fijarme si queda alguna función de esa película en el festival. Después la comento. Gracias.
Gracias por el mensaje, Budokan. Saludos y hasta pronto.
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