"Entre lo que se alucina, lo que se quiere ver, lo que se ve realmente y lo que no se ve, el juego es infinito: es ahí donde tocamos la parte más íntima del cine". Serge Daney.

15 de mayo de 2008

Entre lo viejo y lo nuevo

Los falsificadores,
(Die Fälscher, de
Stefan Ruzowitzky)
Alemania, 98 min, 2007

Por Javier Demaría
Película aristotélica, NRI (Narrativa, Representativa, Industrial), que soslaya aquella pregunta de Adorno acerca de cómo narrar el horror. Película-género que nuclea a su vez otros subgéneros: película sobre el nazismo, los campos de concentración, las condiciones infrahumanas en las que vivieron sus prisioneros pero también sobre estafadores, tahúres y falsificadores. Estos últimos traen a la memoria quizá esa otra joyita de Welles que fue F de falso, salvo que en ésta la falsificación era la expresión de un arte que merecía su propio status ontológico como cualquier otro arte y donde el propio Welles se ostentaba así mismo como uno de los más grandes embaucadores.

En la película que nos ocupa, la falsificación es un salvoconducto, una enésima versión del bad good boy, una película de grupo como diría Chión, como aquella otra delirante de Huston, Escape a la victoria, en la que un grupo de prisioneros, con Ardiles, Pelé, Sylvester Stallone y Michael Cain mediante, debía enfrentar a un poderoso equipo alemán a la vez que preparaban su fuga.

Los falsificadores arranca a puro clishé que se sucede rápidamente para instalarnos inmediatamente en el meollo de lo que cuenta: la Operación Bernhard, el intento de fraude pergeñado por el nazismo durante el final de la guerra para colapsar la economía inglesa y luego la norteamericana con la fabricación de la lira y del codiciado dólar.

Mas allá de las dicotomías reconocibles (el bién y el mal, lo colectivo y lo individual, lo ético vs lo no ético, el idealismo vs el pragmatismo) la historia funciona en cuanto comienzan a establecerse los vínculos que se construyen provisoriamente en esa desesperación por la supervivencia; Salomon Sorowitsch (Karl Markovics) -presentado como el "rey de los falsificadores"- y su relación tensa y tirante con el otro personaje fuerte que es Adolf Burger (August Diehl) y la ocasional compañía de un muchachito seducido por la vanguardia europea -Kolya- depositario de lo incontaminado, puro pero a la vez frágil, inerme y, por oposición, expresión franca y brutal de la violencia a la que son sometidos.


Iconográfica y temáticamente es más de lo mismo, salvo por la curiosidad de este insert histórico -tal vez no muy conocido- sobre la estafa que se nos narra. El casting es apropiadísimo en el physic du rol elegido, tanto en las víctimas como en los victimarios. Lamentablemente, aparecen algunas simplificaciones en los caracteres de los personajes, como el del jerarca nazi que se rebela cobarde, los modales cuidados y la familia aria ejemplar, el oficial brutal que mata a Kolya y agrede a los demás prisioneros sólo porque es malo o el idealista Burger, que con su límpido rostro libertario rechaza desde el vamos ponerse las ropas de los otros deportados muertos.

Tal vez el problema mayor de la película esté en la construcción de cómo abre y cierra el relato con un personaje que no tiene peso (el de la mujer) ya que se mueve por fuera de todas las vicisitudes que narra la película, que se constituye decididamente en una película de hombres. La mujer, cuando aparece, es artificiosamente glamorosa, excusa para un boceto, ganancia de una buena posición efímera y coreografía fácil para cierre en la playa.

El final, entonces, es tan flojo como el comienzo. Si en el principio estaba la promesa de lo que se nos va a contar -rápidamente diluida- el final es un agregado que no hace centro: ¿qué es perder todo ese dinero falso en el casino comparado con lo que ha pasado y encima diciendo que siempre se puede empezar de nuevo?

Puntaje: 6

2 comentarios:

john mcclane dijo...

Interesante película y bastante bueno tu blog, al cual llegue a traves de "La puerta de Babel".

Te he linkeado en mi blog, el cual espero que visites y dejes tu opinión.

Saludos.

Anónimo dijo...

La musica de la pelicula son temas del argentino Hugo Díaz, tango clásico ejecutado con armonica. Es un toque importante que hace al todo.

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