(de Pablo Trapero)
Argentina, 112 min, 2008
Por Hernán Silvosa
Si uno se limitara a decir que Leonera pertenece al subgénero carcelario y que su trama incluye una prisión de mujeres, escenas de violencia, algo de lesbianismo y un motín con colchones incendiados, cualquier lector podría sentir la libertad de imaginar, al menos por asociación, a Edda Bustamante en Correccional de mujeres, uno de los pilares del cine argentino exploitation (aunque berreta) de los años 80. Nada más lejos. Bustamante no trabaja en la película de Trapero ni Emilio Vieyra, por suerte, se encuentra detrás del video-assist.
(Spoilers)
Digamos que contar la historia de Julia, una mujer embarazada que de la noche a la mañana es detenida por el asesinato del padre de su hijo, tenía sus riesgos. Allí latían con fuerza los lugares comunes del género: los golpes bajos y los siempre altisonantes caminos heroicos campbellianos envueltos de realidades marginales y violentas. Pero Leonera (título que hace referencia al pabellón que alberga a las madres que dan a luz en la cárcel y donde pueden vivir con sus hijos hasta los 4 años de edad) encuentra de forma sabia la manera de escapar de todo ello, construyendo un símil de ese mundo tantas veces revisitado por el cine pero basando su película es un principio tan simple como complejo: creer en las imágenes.
Un primerísimo primer plano de Julia con su rostro manchado de sangre en la escena de un asesinato abre la película y, simétricamente, un alejado plano general la abandona escapando con su hijo y perdiéndose fuera de campo antes de los títulos del final. De íntima aunque desesperante imagen inicial a distante aunque fortalecida imagen de cierre. El símbolo es claro: la cámara, en lo que dura el relato, no se alejará ni un instante de Julia ni de su visión de la realidad, salvo cuando hacia el final se haga evidente un nuevo rumbo de la protagonista y de ello se desprendan, somo siempre, otras infinitas historias posibles. Aun en las escenas que se separan de la trama principal y en las que Julia no está presente, todas las imágenes se tiñen de la desesperación, la calma, la impotencia, la felicidad, el malestar, la solidez y el resquebrajamiento de su identidad. Identidad de madre que refuerza la batalla contra la dictadura asfixiante de la más infesta de las instituciones modernas (junto con los psiquiátricos), identidad que vive y muere de a ratos, tranquilizando o desesperando a una mujer cuyo único sentido de realidad se mide por la presencia/ausencia de Tomás, su hijo.
A tal punto Pablo Trapero confía en las imágenes de su última película que la simbiosis que se establece entre Julia y Tomás no se limita a un juego dramático cuyas reglas articulan desde el guión el perfil de cada uno de los personajes -dando lugar, por ejemplo, a la escena en la que Julia se desespera cuando su madre le quita a Tomás- sino que esta simbiosis se materializa de tal forma en la puesta en escena que hasta la más sencilla de las imágenes puede resumir una riqueza formal y poética extraordinarias -ver el plano de Tomás en la casa de su abuela, observando a través de un ventanal en cuyo vidrio se reflejan los barrotes del balcón, a otros niños jugando en una plaza.
En el contexto de una institución encargada lamentablemente, entre otras cosas, de mitigar hasta el hartazgo la identidad de los sujetos, Leonera no sólo cuenta la historia de una mujer que se vuelve madre estando privada de su libertad sino además, y simultáneamente, la historia de una mujer que recupera su libertad aferrándose a la única vida que, no siendo suya, le da sentido e identidad de ser. ¿Cómo explicar, si no, el glorioso último plano de la película? Un travelling que no es simplemente una despedida solemne ni cómplice de dos prófugos de la justicia, sino una contundente declaración de principios: los de una madre que, dejando de lado su historia, su lugar y hasta su propio nombre, decide continuar siendo lo que verdaderamente es junto a su hijo.
Puntaje: 9
3 comentarios:
Me gustó mucho esta película, muy buena la critica. Mas allá del acto criminal que lleve a una persona a parar a uno de estos lugares, esta bueno pensar la función de una institución que priva a una persona de todo aquello que hace a un ser humano digno, como en este caso la maternidad.
Saludos
Diego.
Me gustó el analisis, pero lamentablemente no he visto la película. En Chile cuesta que entre cine latinoamericano en general, aunque esa es una constante de todo nuestro cono sur. Espero verla en DVD pronto.
Buen blog, felicitaciones.
Saludos chilenos
CCC
Pues no la he visto y me la apunto sin falta. Gracias.
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