"Entre lo que se alucina, lo que se quiere ver, lo que se ve realmente y lo que no se ve, el juego es infinito: es ahí donde tocamos la parte más íntima del cine". Serge Daney.

3 de noviembre de 2008

Los paranoicos (2), a favor

Los paranoicos
de Gabriel Medina
(Argentina, 102 min, 2008)

Por Gonzalo Moreno
Los paranoicos triunfa allí dónde muchas otras películas del llamado Nuevo Cine Argentino fracasan, encuentra el clima y la forma de narrar exactos para que todo resulte creíble, para que nos emocionemos con lo que se nos cuenta. Tal vez el mayor acierto de Medina sea haber elegido a Daniel Hendler para interpretar a Luciano Gauna, un personajes un tanto retraído, con bastante desidia, inexpresivo y algo pesimista que logra acaparar la empatía de todo espectador. Sin dudas la mejor actuación que haya dado Hendler en toda su carrera (claro ejemplo de esto es la escena del baile), interpretando un personaje que se conforma por pequeñas actitudes y decisiones.

Un Luciano Gauna con dificultades para sociabilizar, para mirar a los ojos, que le es imposible decir “de nada” ante los varios “gracias” de Sofía (Jazmín Stuart) , que tiene arranques eufóricos o que baila solo mientras fuma porro hacen que la identificación que siente el espectador con él sea inmediata, que todo resulte habitual y cotidiano; entramos en el mundo de Gauna y olvidamos por completo que estamos en presencia de una ficción, nos creemos su mundo y compramos todo lo que se nos ofrece. Funciona también a la perfección el personaje de Manuel (Walter Jacob) como contracara de Gauna; funciona como uno de los vértices del triángulo Manuel-Sofía-Gauna y como potenciador/complemento de todas las situaciones que se van a ir dando durante el transcurso del film, y cabe mencionar que dicha funcionalidad no se da por oposición directa al personaje de Gauna, en ningún momento Manuel llega a resultar insoportable o pedante, es un personaje más de la historia que juega su papel y que, inevitablemente, va a tener un desenlace diferente al de su amigo.

Medina demuestra ser lo suficientemente inteligente como para dejar a un costado y en off todo aquello que podría haber retardado el ritmo del film: la historia de vida de Sofía o incluso las actuaciones de Cachito (resulta mucho más interesante que sea el espectador quien imagine cómo podría una persona como Gauna animar fiestas infantiles debajo de un disfraz con ese nombre a que nos lo muestren en pantalla). Con excelentes escenas de comicidad, anécdotas increíbles, música pocas veces implementada en el NCA y un final memorable que cierra a la perfección toda la historia.