(1) ...de
Quantum of Solace (Marc Forster, 2008) tiene la dicha de ser recordable como escena de acción, suspenso, thriller o espionaje. Tanto tiro, auto, bote, avión y motocicleta existen sólo para insuflar imágenes ya vistas en otras películas pero que en otras películas funcionaban gracias a su creatividad, vértigo y planificación (tarea del director de traducir en imágenes las escenas del guión literario), mientras que aquí se encadenan unas con otras de forma apurada, torpe y sin emoción.
Quantum... forma parte de una tendencia de películas de acción que valora mucho más la edición de sus imágenes que sus imágenes mismas (algo de lo que no se salvan incluso excelentes películas, tal es el caso de
The dark knight, ¿o acaso alguien entiende con claridad la escena de acción con el blindado y los dos camiones?). Como si contar con imágenes fuera registrar un aconetecimiento desde la mayor cantidad posible de puntos de vista para luego encadenar este registro de forma epiléptica en una sala de montaje. Algo muy diferente supo lograr Martin Campbell en la notable
Casino Royale, de 2006; el simple aunque efectivo diseño de
esta escena es un buen ejemplo. Muy diferente es, también, cuando un ritmo frenético de imágenes que duran apenas segundos sirve para acumular tensión de forma descarnada sin perder jamás el eje dramático de lo que se está contando, a la vez que se logra construir una suerte de imagen-fragmentada como estética y estilo específico de narración (el mejor ejemplo de los últimos años es el modelo impuesto por
Peter Greengrass y sus dos películas Bourne, que ya analizamos en
esta nota). A
Quantum... le falta nervio, emoción, adrenalina. Además, comete el pecado más grave que una película de acción puede cometer: referir más de una vez a secuencias de otras películas del mismo género, repitiendo formas, conflictos y hasta paisajes (la pobre persecución sobre los techos de Siena en
Quantum...; la increíble persecución sobre los techos de Marruecos en
The Bourne ultimatum). Cada vez más me gusta la acción planificada, con buenas ideas y honesta consigo misma. Cameron y Spielberg, entre muchos otros, son los mejores en esto.
(2) ...de
Ceguera (Fernando Meirelles, 2008) logra escapar de la estupidez que significa menospreciar la inteligencia del espectador. Lo peor de la alegoría se concentra una y otra vez en las imágenes del film, que hasta el último minuto se presentan como elaboradas decoraciones de algo vacío, superficial y torpemente explícito. Lo que más me molesta de la película es también lo que más me molestó de la novela de Saramago (
Ensayo sobre la ceguera, 1995), cuando hace algunos años jamás pude terminar de leerla. Un frondoso y autocomplaciente ejercicio de estilo con vagas ideas sociológicas de trazo grueso (esto me había hecho sentir la novela) lleva a Fernando Meirelles a jugar constantemente y de forma cansina con la sobreexposición de los blancos, la profundidad de campo y con repetidos juegos de montaje, recursos que contrastan con situaciones pueriles en las que todos los personajes son tratados con desidia y banalidad y que provocan que la película toda termine siendo un desfile de a-ver-cómo-cuento-esto mientras la voz en off de Danny Glover hace absurdas apariciones para realizar bajadas de línea con pretensiones pseudofilosóficas. No faltan, claro, las tan preciadas imágenes urbanas de estética apocalíptica, con calles, avenidas y puentes vacíos llenos de basura, todo con arte bellamente cuidado, mostrado en planos generales y con grúa que se eleva suavemente y con prolijidad (es gracioso apreciar que para intentar romper con esta estética cursi se inserte, entre otras cosas, la imagen de unos canes devorando cadáveres). Cannes devorando cadáveres... este film abrió el festival, es cierto. Lo que podría haber sido un film descarnado, sucio y honesto apunta todo el tiempo hacia el constante subrayado de mensajes y hacia lo que podría significar una nueva forma de
cine de qualité: mostrar ciegos pisando mierda con estética cool y premio nobel detrás.
Por Hernán Silvosa