"Entre lo que se alucina, lo que se quiere ver, lo que se ve realmente y lo que no se ve, el juego es infinito: es ahí donde tocamos la parte más íntima del cine". Serge Daney.

26 de marzo de 2009

Bafici (1) Señoras molestas y perros guardianes

Algo para destacar del Bafici de este año: las funciones comerciales en el cine Hoyts del Abasto no existen en ninguna de sus salas hasta el fin del festival. O sea, el Bafici se apropió al fin de las 12 salas del shopping para mostrar sus más de cuatrocientas películas, entre cortos y largos (sumadas a las otras sedes, claro). Esto se traduce en más funciones por película y en horarios más diversos para todos. Pero ay: me pasó de estar caminando por el hall que se ubica frente a las boleterías y escuchar a más de uno preguntar en voz alta “¿dónde saco las entradas normales?” (léase las entradas para ver Watchmen o la de Benjamin Button). Lo más gracioso fue la cara de furia que puso una mujer algo mayor cuando una chica de la organización le dio la triste noticia, al tiempo que descubría con mirada de pocos amigos la extensa cola de jóvenes para sacar entradas del festival. Pobre señora normal.

También algo para señalar es el acento macrista que tiñó con algo de amargura la organización del festival: ¡guardias! Están por todos lados y para todo piden identificación. ¿A tono con el tema de moda en los medios? No sea cosa que algún flogger del lugar quiera meterse de colado para ver los cortos de Jean Eustache. Al menos en todas las funciones que pude ver no apareció ninguno de los insufribles spots de Clarín antes de cada película, como nos tenían acostumbrados hasta el año pasado. Sospecho que tuve suerte nomás y que me voy a encontrar con alguno de esos cortos a partir de mañana. ¿O nos habrán liberado del sufrimiento interviniendo de forma oscura y perversa algún satélite en el espacio? Quizás ya se puso en vigencia la necesaria nueva ley de medios y llegó antes que a ningún otro lado a las proyecciones del Bafici.

Mi primera película del festival fue Mamachas del ring. Algo así como The wrestler pero documental y con cholas bolivianas de grandes y coloridas polleras en lugar de Mickey Rourke. Más sangre, buenos y villanos, ribetes melodramáticos y delirantes escenas de animación stop motion. Hay que verla.

Pero ya es tarde y en mi cabeza con poco sueño las películas que vi durante el día conversan entre sí más de lo aconsejable. En el próximo post hablo de cine.