
También algo para señalar es el acento macrista que tiñó con algo de amargura la organización del festival: ¡guardias! Están por todos lados y para todo piden identificación. ¿A tono con el tema de moda en los medios? No sea cosa que algún flogger del lugar quiera meterse de colado para ver los cortos de Jean Eustache. Al menos en todas las funciones que pude ver no apareció ninguno de los insufribles spots de Clarín antes de cada película, como nos tenían acostumbrados hasta el año pasado. Sospecho que tuve suerte nomás y que me voy a encontrar con alguno de esos cortos a partir de mañana. ¿O nos habrán liberado del sufrimiento interviniendo de forma oscura y perversa algún satélite en el espacio? Quizás ya se puso en vigencia la necesaria nueva ley de medios y llegó antes que a ningún otro lado a las proyecciones del Bafici.
Mi primera película del festival fue Mamachas del ring. Algo así como The wrestler pero documental y con cholas bolivianas de grandes y coloridas polleras en lugar de Mickey Rourke. Más sangre, buenos y villanos, ribetes melodramáticos y delirantes escenas de animación stop motion. Hay que verla.
Pero ya es tarde y en mi cabeza con poco sueño las películas que vi durante el día conversan entre sí más de lo aconsejable. En el próximo post hablo de cine.