
"Los malos cineastas (triste para ellos) no tienen ideas. Los buenos cienastas (es éste su límite) tienen casi demasiadas. Los grandes cineastas (sobre todo los inventores) sólo tienen una. Una idea fija que les permite seguir su camino y, al hacerlo, cruzar por un paisaje siempre nuevo e interesante. El precio es conocido: una cierta soledad."
Serge Daney, en Cine, arte del presente. Santiago Arcos Editor, Buenos Aires, 2004.