El nuevo novio de lucía: La amenaza de los ausentes, por José Luis Visconti
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Cuando una película coloca en el centro de su relato a una reunión de
amigos, el lugar común lleva a […]
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30 de julio de 2008
El cómic de los senderos que se bifurcan
Por Diego Briata
Los orígenes del héroe crepuscular en la pantalla grande datan del año 1943, cuando a través de unos seriales devenidos en propaganda de la ley y el orden, acompañado de Robin, las aventuras del dúo dinámico se erigían bajo el halo incandescente de la gran depresión, retomando ciertos códigos del policial negro y mucha mística del crimen organizado perpetrado generalmente por los gánsteres.
Luego, al término de la segunda guerra mundial, el furor que acojonaba la opinión pública en la american way of life se calmó un poco, y allá por los años 60 el flower power se apoderaría de un par de postas culturales; Batman fue una de ellas. La serie que todos conocemos, protagonizada por Adam West en el papel del hombre murciélago y César Romero como uno de los mejores Guasones que se hayan interpretado, se convirtió en una serie de culto, y si bien fue la que más lejos estuvo de su oscura envestidura original, resignificó las reglas del juego generando a través de decorados, vestuarios y diálogos lisérgicos, otra historia, con otras motivaciones y otros intereses. El deleite por los bocadillos que encerraban las onomatopeyas de puñetazos, las coreografías de los secuaces y villanos, el punchi musical de la big band jazzera que acompañaba las escenas de acción, la cosmovisión “bati”, con su baticóptero, batibote, batimoto y batimóvil, hicieron sin lugar a dudas una de las grandes adaptaciones al mundo audiovisual del superhéroe (en 1966 se haría un film basado en esta serie).
Luego de esto vinieron diversas participaciones en dibujos animados, como Los superamigos o La liga de la justicia, pero sin lugar a dudas la mejor adaptación al mundo animado sería la de realizada por Bruce Timm y Eric Radomski en los años 90 para la Warner: Batman: la serie animada, donde se retomaba un poco la gramática del desasosiego, con un carácter mucho más barroco, en el que las sombras y las fuertes líneas que contorneaban ciudad gótica recreaban un mundo entre expresionista por su iluminación y art decó por su arquitectura, seguramente influenciado por la oscuridad que le había otorgado Frank Miller en su relectura de los años ochenta mediante los comics El regreso del señor de la noche (1986) y Año uno (1987), o por The killing joke (1988) de Alan Moore.
La relectura de Miller origina la saga burtoniana en 1989 a través de Batman, con Michael Keaton en el papel del empresario multimillonario Bruce Wayne y, claro está, le viene como anillo al dedo la verborragia que chorrea Jack Nicholson en la mayoría sus papeles, ahora detrás del maquillaje clown del Guasón. El melancólico chico Burton despliega todos sus encantos de muchacho emo y vuelve a oscurecer la cosmogonía de la rata voladora, cargando de pesimismo y desencanto esta nueva saga de aventuras, aunque su idiosincrasia no le permite del todo volver a los orígenes misántropos de Batman (porque en un principio Batman salía pistola en mano para imponer justicia propia, al mejor estilo Harry, el sucio) y termina agregando ese mundo mágico y acaramelado que oscila entre Charly y la fábrica de chocolate y El gran pez. El Batman de Tim sigue siendo apto para todo público. Y si bien en Batman vuelve (1992) su lucha contra el crimen organizado y las injerencias políticas que se abordan hacen que sea todo un poco más inquietante, no llega a generar lo que Nolan logra en la nueva saga. De todas maneras, agradecemos a Burton tomarse las cosas con seriedad, que fue justamente lo que no hizo el director prêt-à-porter Joel Schumacher, que desmoronó la saga convirtiendo a Ciudad Gótica en una gran pasarela para el desfile de Georde Clooney y Val Kilmer, con grotescos diseños de vestuario y con un lamentable código de actuación; Batman eternamente (1995) y Batman y Robin (1997) hicieron retroceder la saga cualitativamente, una verdadera lástima.
Birds of prey, de 2002, una serie en la que Batman ya viejo se retira y marcha de Ciudad Gótica, cuenta las aventuras de la hija de Batman y Catwoman, la Cazadora, cuando se une a la Batichica, que apostada en un silla de ruedas por un disparo del Joker funciona como oráculo, una bizarreada de mal gusto que duró apenas una temporada y salió del aire debido a la ínfima audiencia que captó durante toda su emisión.
Ahora, en la nueva era del superhéroe, Christopher Nolan y su hermanito describen de una manera mucho más contundente ese entramado contradictorio que posee el personaje del magnate playboy Bruce Wayne, porque si hay algo en lo que siempre se diferenció Batman de los demás superhéroes es en que los poderes que posee no son producto de una malformación genética, ni de experimentos nazis, ni heredados de una estirpe alienígena. Batman es de carne y hueso; si lo pinchan sangra y si lo envenenan muere, diría un mercader de Venecia en Ciudad Gótica. Y de la misma forma que no posee superpoderes, tampoco es poseedor de la superética obstinada del Capitan América o de Superman. Batman es un cóctel explosivo, un mercenario de la moral, actúa por venganza y eso debe ser lo más seductor que tiene el personaje. Pasa de estar abrazado a dos prostitutas vip a la militancia intransigente en la que vela por todos nosotros. ¿Guerrillero o paramilitar? Diría que en estas dos últimas entregas de Nolan (Batman inicia y Batman, el caballero de la noche) el carácter paramilitar se ajusta implacablemente, generando una lectura iconográfica que habla acerca de la coyuntura paranoica estadounidense: el terrorismo. Con el mejor Joker jamás interpretado (brindo por Heath, el sociópata que concilia la suma de todos los miedos, el mal por el mal mismo, sin ningún tipo de justificación, con sus videos caseros a lo Al Qaeda, su coherencia por su deber ser que no quiere matar a Batman porque si hay algo que el Joker respeta es la oposición de los polos, no existe el mal sin el bien) The dark knight está plagada de todos los artilugios que atentan contra los derechos de la humanidad para “combatir el terrorismo”, desde la tortura a los presos, la intromisión en la vida privada de los ciudadanos a través de los teléfonos móviles y, por supuesto, lo que corona y pone en evidencia cierta ¿crítica? al método de accionar estadounidense, cuando Batman trasciende las fronteras de su país y extradita por la fuerza a un empresario de Hong Kong. Pero todos nosotros sabemos que hacer ese tipo de cosas cuando se combate en pos del bien y la justicia no están mal, ¿no? Además, si lo hizo Harry, el sucio, por algo será.
Publicado por
Hernán
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Batman,
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The dark knight
11 comentarios:
Claro que sí! Ahora te van a llover los comentarios negativos...
A ver, no sé por qué insisten en atribuirle exclusivamente a Nolan ciertos rasgos antiterroristas y terroristas, militares y vigilantes o lo que corno sea en esta visión cinematográfica de Bats. Muchachos a leer los cómics que no muerden (recomiendo leer "Una muerte en la familia" para ver al Joker oficiar de terrorista una vez más; y recomiendo leer también "Hush", así ven cómo Batman se vale de lo que puede para lograr ciertos fines).
Y Batman tiene mucha historia, demasiada diría yo como para que se entienda todo el sentido de tamaños personajes con una lectura simple y superficial del film (una primera lectura digamos).
Ya escribí sobre el film y también sobre algunos cómics en cinemarama. Pero leo en el texto que hacés referencia a Miller. Bárbaro, El regreso del caballero oscuro y Año Uno son de Miller, sí, de acuerdo. Pero The Killing Joke es de Alan Moore, no del señor Frank. De hecho, recomendaría que lean The Killing Joke, la mejor historia de Batman hasta ahora contada (sí, mejor que las de Miller).
En cinemarama también hago mención a Arkham Asylum de Grant Morrison. Por favor, no se pierdan la oportunidad de leer esa novela gráfica.
Saludos Hernán!
Ezequiel Villarino
Y de hecho, podría continuar remarcando algunas cosas con las que no estoy de acuerdo:
En primer lugar Burton se inspiró en The Killing Joke de Moore y no en los cómics de Miller; agregándole, como es sabido, sus marcas/huellas características de autor.
En segundo lugar Nolan sí se inspiró en Año Uno de Miller para llevar a cabo Batman Begins (y en parte de la saga de Ra´s Al Ghul).
En tercer lugar, Schumacher no paró de homenajear, desde una mirada bien distinguible, a la serie de TV. Además, las Batman de Shcumacher tranquilamente pueden ser catalogadas de queer. Me parecen interesantes desde ese aspecto (revisen qué y cómo muestran lo que muestran ciertos planos).
Saludos!!
Ezequiel Villarino
Lo que se dice sobre la película, detenerse en lo terrorista-antiterrotista, sin tener en cuenta lo que Dark Knight tiene para decir en diferencia con casi cualquier otra película del genero, es el lugar común de la critica con una mirada superficial sobre la película.
Saludos
A ver. Más allá de los rastreos más o menos eruditos que siempre pueden hacerse sobre los orígenes de una película (otras películas, libros, series de tv, cómics y, en realidad, cualquier cosa que se nos ocurra imaginar, a veces con la confirmación del director -"sí, claro, me basé mucho en moore, muy poco en miller y nada en condorito", a veces con su ambigüedad -"yo hago westerns"- y otras sin nada de todo esto) me parece que lo interesante es, casi siempre, intentar meterse de lleno en el discurso de un film para entender (y sentir) qué nos está diciendo y de qué manera. O mejor, de qué manera nos está diciendo algo diciendo otra cosa. Ahora bien, si hay algo que The dark knight propone es una ambigüedad que se traduce a la vez en una complejidad a la hora de sacar de nuestra manga interpretaciones psicológicas, sociales y/o políticas más o menos sólidas y estables. Que el bien versus el mal, que la coyuntura (odio esa palabra) y la paranoia, que la batalla contra el terrorismo para justificar esto y lo otro, que el Joker como un agente de Al Qaeda y Batman como la defensa del orden establecido, etcétera. Por supuesto que no se trata de una película de Antonioni (ni de Michael Haneke o Lucrecia Martel, para poner dos ejemplos actuales de lo que puede entenderse como un cine donde la participación y la actividad del espectador no es una posibilidad, sino una obligación), pero dentro de su médula industrial hay que saber marcar diferencias. Es en este sentido que rescato la decisión de hacer comparaciones dentro de un género, de afimar "miren, esto es lo que se hizo durante los últimos años en el cine con los cómics, y esto es esta película". Sólo de esta manera -y nunca de otra- deben entenderse los 10 y "excelentes" de muchos críticos cuando de películas de este tipo se trata. Pero no sé, a veces tengo la sensación, leyendo varios de los argumentos en cuanta página web y blog de cine uno visita, que muchos críticos, sea la película que fuere, no hacen otra cosa que sacar de una bolsón cubierto de polvo (de mayor o menor tamaño, según las competencias del autor) un par de ideas que, como carne picada, luego se ajustan a la película tomando la forma que se quiere. ¿Por qué no empezamos a creer más en las películas? Creo que evitar la vorágine que nos lleva a reemplazar A por B y D por X (el tanque avanzando por la calle desértica de El silencio como un símbolo fálico y esas cosas, como bien explicaba Sontag) sería un comienzo saludable. Porque si no caemos en algo que poco y nada tiene que ver con el cine, en pasar de recomendar Wall-e por su nobleza ecologicista a recomendar XXY porque "su tema" es la intersexualidad y está bien que se hable de ciertas cosas (aunque sea una pésima película).
Todas las críticas y reseñas sobre The dark knight pasan por alto la figura de Harvey Dent, ignorando que es la clave para entender el porqué no se pueden hacer lecturas lineales acerca del terrorismo, la paranoia y la "defensa del orden". Harvey Dent es un síntoma, un signo de lo que no marcha por las vías de lo correcto, de aquello que no funciona conforme a los ideales del discurso de la moral y el orden. Y de la misma forma que el Joker no es un villano representante del mal sino una respuesta descontrolada que nace del propio sistema como un resto o una anomalía, Batman no es un defensor del orden de Gótica sino un idealista que lleva su ética hasta el extremo y que a)se construye como símbolo para cambiar el estado de las cosas y b)renuncia al símbolo porque el estado de las cosas no hace sino generar respuestas como las del Joker. Usa el poder por fuera de las leyes, por supuesto, sólo para descubrir con su ética imparable que ese objeto inamovible que es el Joker es su propia consecuencia. O sea, todo es una mierda, hasta la más incorrompible de las figuras del sistema de leyes civilizadas te muestra la otra cara y el ideal, finalmente, se estrella contra el suelo. Batman es claro: que sigan creyendo en ese ideal (gira la cabeza de Dos Caras y la muerte es la del héroe, no la del monstruo) a través de la fe, que yo me hago cargo de lo que generé. ¿No rompen acaso la señal de luz para llamar a Batman por las noches? Esto cambia radicalmente las cosas, creo. Y ninguna lectura de a pares (A vs. B) es posible. De ahí la grandeza de la película: combinar al Joker con Dos Caras y hacer con Batman un ménage à trois de ideologías poco simplistas, para evitar pensar con una moneda en la mano y decidir, rápido y fácil, por cara o ceca.
Acá estamos hablando de una transposición, con todo lo que el término significa. Entiendo que The Dark Knight ES una película; sin embargo, también reconozco EN ella ciertas virtudes extraídas de los cómics que hacen que este film se potencie mucho más. No voy a ignorar las bases (como Nolan, acertadamente, tampoco lo hizo). De lo contrario, caería en la idea simplista de indicar "esto es cine" y olvidarme de los orígenes y rasgos característicos de tamaños personajes de la cultura popular.
Y dejo algo en claro: no es lo mismo tomar una historia (y transponerla al cine) de Batman escrita por Loeb que tomar aquellas escritas por Moore o Miller o Morrison. Los personajes pueden ser los mismos pero las temáticas y el desarrollo con el cual se abordan ciertos temas pueden diferir tranquilamente. Sí, claro, después viene el director de cine que otorga una mirada sobre lo ya dicho y hecho en otros soportes. Pero esa mirada es una visión que siempre está predeterminada por una base ya existente. Sí, existente más allá del cine y, posteriormente, dentro del cine mismo.
Saludos Hernán!
EV
Bueno, sí, todo está predeterminado por una mirada (y una palabra) ya existente, siempre. Gracias por aclarar el dato que figuraba mal en la nota, Ezequiel.
Saludos!
De nada Hernán!
Y es muy interesante lo que escribís en tu último texto. Ya dejaré un comment en el lugar correspondiente.
Un saludo!
EV
1) Título con referencia a Borges: que el autor me explique la necesidad de semejante superfluidad. Acaso es un discípulo de alguna revista de cine que encuentra en el comentario de películas la excusa para demsotrar que ha leído. Vamos, ¿eh? A ver si se dejan de molestar...
2) Burton... ¿un emo? Que los emo copien el look burtoniano, no relaciona a uno con el otro. Mientras que la ¿ideología? de aquellos se sustenta en una disconformidad abúlica, publicitaria (no son más que otro producto que podría ser fagocitado por MTV, como ya lo son sus bandas ícono) y, ante todo todo, de adolescentes de clase media, la ideología burtoniana es marginal, originada más en la tradición romántica de autores como Lord Byron y retomada por los darks de los años setenta. No hay nada superficial en Burton (bueno sí, El planeta de los simos). Y si bien no soy ni discípulo ni tengo un fervor descontrolado por su cine, me parece una tontería la lectura que el muchacho Diego plantea como toque, incluso, un tanto vanidoso.
3) ¿cuál es el sentido de repasar lo que se hizo previamente si es mínimo (si no nulo) el análisis de cómo cada obra discute con las otras? Todo ese rastreo se encuentra en wikipedia. Me pregunto otra vez: ¿que se pretende con esa enumeración banal?
Me llamo Ramiro Losías. No tengo una página para identificarme y la verdad es que no supe cómo hacer para que figure mi nombre en la firma.
Hola Ramiro, realmente no tengo ganas de ponerme a discutir acerca del sentido erudito que se encuentra implícito en el título de la reseña, creo que el título funciona por sí mismo y el no hacer una aclaración al cuento de Borges le resta esa vanidad de la que decís que hago uso. Que hayas defendido a Burton buscando sus orígenes en Lord Byron y los darks de los años 70, ese tipo de aclaración sí me parece un tanto molesta e infantil, después de todo es de esa clase de aclaraciones que plantean quién la tiene más grande, seguramente vos habrás visto mucho cine y leído mucho Rimbaud, a mi Burton ya me dejó de gustar hace rato y eso es personal, como las notas que escribo no pretendo que sean objetivas digo lo que me parece, y para mí Burton es un chico Emo con una estética reconociblemente mercantilista y fatídicamente molesta. Aunque reconozco que Ed Wood me encantó. Por otro lado te comento que sí, hiciste tu tarea y hay mucha información sacada de wiki, y mucha más sacada de muchas otras notas más, soy un tipo que escribe por hobbie, y el hecho de hacer una reseña cronólogica amerita cierta búsqueda ineludible como en wikipedia, pero creo que está en claro mi punto de vista y mi opinión, con eso me basta y me sobra. Te saludo atentamente, el muchacho. Diego.
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