¿Se puede filmar el tiempo? Es la pregunta que nos hacíamos en un post anterior para permitirnos reflexionar, al menos de forma introductoria, sobre las caracterísiticas formales de las películas de aquel gran director soviético que fue Andrei Tarkovski, para quien el arte del cine no tenía otra función que la de “esculpir el tiempo” de la realidad.
Ahora bien, desde sus inicios el cine opera de esta manera y con absoluta conciencia. Ya los hermanos Lumière debieron controlar con precisión el tiempo del que disponían para filmar sus numerosas películas. Salida de la fábrica Lumière (1895) es la primera de ellas y a la vez el mejor de los ejemplos. Realizan una primera versión pero la cinta se acaba antes de que todos los obreros hayan salido correctamente de la fábrica. La película, sin aviso, se corta antes de que la puerta se cierre. Algunos meses más tarde vuelven a ubicar la cámara en la misma posición y filman exactamente lo mismo. Esta vez, con una mayor precisión en el tiempo (sin duda dirigiendo a sus obreros para que caminen más rápido) las cosas salen bien. Primera remake de la historia de la primera película. Mismo espacio, tiempo diferente, mayor control.
Elipsis de por medio, recuerdo la innovación que introduce Stanley Kubrick en Casta de malditos (1956) mediante el uso particular del tiempo y el montaje durante toda la película, mostrando varias veces los mismos acontecimientos desde diferentes puntos de vista. Aquí, por el contrario, el control de la cámara (léase el ojo perfeccionista de Kubrick) viene dado por la parcelación de un mismo tiempo en diferentes espacios y por la posterior combinación de todos ellos para la resolución de la historia. La precisión es absoluta (el robo debe salir perfecto) y cada secuencia se inicia brindando la información exacta del lugar y el horario donde ocurre, lo que permite al espectador ir definiendo con claridad el tiempo con relación al espacio y viceversa. Una estructura narrativa que luego repetirían muchas películas, entre ellas Perros de la calle (1992) y Tiempos violentos (1994), ambas de Quentin Tarantino. También le corresponde a Kubrick ser el responsable de salto temporal más famoso de la historia del cine, aquel hueso arrojado por el aire que se transforma por corte en una nave espacial, en 2001: Odisea del espacio (1968).
Pocos años después de la obra maestra de Kubrick, Fronçoise Truffaut dirige su primera película, Los 400 golpes (1959), y con ella construye su eterno alter-ego, Antoine Doinel (interpretado por Jean-Pierre Léaud) convertido rápidamente, parecido físico mediante, en la inmortalización de los más variados deseos y temores del cineasta francés. El actor/personaje (de 14 años en la primera película) crece elípticamente través de la mirada de un director que lo forma durante cuatro largometrajes y un corto. El paso del tiempo conoce en el cine una forma nueva e innovadora. De infancia marginal a matrimonio, infidelidad y divorcio. Décadas en pocas horas. Maravillosas, eso sí.
Algunos años antes (o después, depende la edad de Antoine Doinel que se tome) Paul Almond dirige un cortometraje documental para la televisión inglesa conocido como Seven up! (1964). Se trata de 14 niños de 7 años de edad provenientes de diferentes clases sociales de Gran Bretaña a los que se les pregunta qué piensan de sus vidas y qué esperan del futuro. Michael Apted, que había participado en la investigación de la primera entrega, retoma la idea 7 años después y vuelve a juntar a los jóvenes para un nuevo documental, registrando los cambios en la vida de cada uno de ellos y realizando nuevas preguntas. De esta forma se inagura lo que se conoció luego como The up series (editada en dvd zona 1 por Criterion y compartida en redes p2p), un conjunto de 7 documentales que sigue las vidas de las mismas 14 personas con una actualización cada 7 años. Desde la segunda película hasta la última, en 2005, Michael Apted está a cargo de la dirección, y se espera que el próximo documental sea realizado en el año 2012. A comienzos de este año se hizo una parodia de la serie en el capítulo titulado Springfield up, el número 13 de la temporada 18 de Los simpson.
Algo similar, aunque concentrando el paso del tiempo en un solo film, es lo que hace Nikita Mikhalkov con su película Anna (1993), un verdadero diamante que pudo verse en Buenos Aires durante el BAFICI. El director ruso sienta a su hija Anna de seis años delante de la cámara para hacerle preguntas variadas sobre sus gustos, miedos y deseos. Desde 1980 realiza esta misma operación año tras año, registrando las respuestas de su hija. El último registro es en 1991, cuando ella cumple 18 años. Lo interesante es que el crecimiento de la pequeña y la variación en la complejidad de sus respuestas van coincidiendo con la agonía de un fuera de campo asimilado al régimen soviético, de inminente defunción.
Regresando a nuestros días (volviendo al futuro, digamos) la era YouTube ha facilitado la difusión de diversos experimentos en video centrados en registrar las consecuencias del paso del tiempo en sus múltiples formas. Uno de ellos (hay muchos, algunos muy graciosos) es el proyecto ideado por Jonathan Keller, un joven diseñador norteamericano que desde 1998 se para frente a su cámara digital para sacarse una foto día tras día. Algo que, según dice, continuará haciendo hasta el día de su muerte. Aquí el resultado:
Quizás admirando a Kubrick y combinando al mejor Truffaut con las experiencias de Apted, Mikhalkov y Keller es que el siempre interesante realizador Richard Linklater comenzó a filmar en 2001 el más ambicioso de todos sus proyectos, Boyhood, cuya fecha de estreno está prevista para el año 2013.
Protagonizada por Ethan Hawke y Patricia Arquette, la película se centra en la vida y el crecimiento de un niño de padres divorciados desde el primero grado escolar, cuando tiene seis años, hasta el fin de la secundaria. Los mismos técnicos y actores se juntan todos los años y filman algunas escenas, y así esperan hasta el año siguiente para volver a reunirse y decidir qué filman y de qué forma. Durante 12 años Linklater estará a cargo de este particular proyecto con un guión escrito sobre la marcha y ajustándose, claro está, a los múltiples imprevistos que vayan surgiendo.
Mezcla de ficción y documental, la película (que lleva aún más lejos una idea ya probada por el director al realizar Antes del atardecer nueve años después de Antes del amancer, haciendo reencontrar a sus protagonistas) interactúa mediante sus personajes con diferentes eventos de la realidad cotidiana, como la escena ya dirigida por Linklater en la que, según ha contado Ethan Hawke en una entrevista, el padre acompaña a su hijo a una librería para que le firmen un ejemplar de Harry Potter. Será cuestión de esperar los resultados. Aunque pensándolo bien, no creo que haga falta esperar mucho tiempo para comenzar a disfrutar de la nueva película de Richard Linklater; de alguna manera, ya se puede hacer. Según dijo Godard alguna vez, una película nunca es una obra en sí misma, siempre es al mismo tiempo parte de un todo. Y lo que empieza a buscarse en una película lo encontramos en otras, indefinidamente.
Esa tan particular forma del tiempo, jamás lineal, de diálogos que no terminan e imágenes inaprensibles, es, me parece, la de la historia del cine.
8 comentarios:
Muy buen artículo! Me interesa mucho Anna, y la de Linklater por supuesto, aunque para la segunda creo que voy a tener que esperar un poco...
muy interesante su artículo!
creo que David Carradine también intentó algo parecido a lo que está haciendo Linklater. Tenía que dirigir a su hija durante no se cuantos años para realizar su película "Matahari"... nunca más se supo.
Definitivamente se puede filmar el tiempo. Saludos.
http://blogs.periodistadigital.com/sesiongolfa.php
Me gustan estas reflexiones temporales que haces sobre el cine. Sobre todo porque abres un espacio de discusión para las teorías. Felices Fiestas!
No conocía su estupendo blog, le añado a mi lista de enlaces de inmediato, muy interesantes los articulos, siga asi que da gusto leerle.
Un saludo!
Faraway: la de Mikhalkov es una muy buena película. Te la recomiendo.
Ah, no sabía lo de Carradine. Muchas gracias por el dato, Putocriticón (ignoro su nombre, así que cometo la imprudencia).
Hola nuevamente, Sesión. No lo sé, no estoy seguro. Aún me lo pregunto. Quizás todos los ejemplos no sean meros intentos de algo imposible, no lo sé.
Felices, Budokan. Y gracias por la existencia (tan necesaria) de Otros Clásicos.
¡Bienvenido, Ivan! Entiendo que sus palabras están dirigidas a otro blog que las merezca verdaderamente. Muchas gracias, de todas formas.
Felices fiestas¡¡¡¡¡saludos.
Interesante artículo. Esperare con muchas ansias la película de Linklater.
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